sábado, 16 de julio de 2011

Perplejo por la angustia, que es por poco llanto y que respira por sí misma

apoderándose del cuerpo. Los

ojos brillan, el rostro suda, las manos tiemblan, las piernas bailan, el pulso acelera,

los dedos recuerdan,

el pecho grita que es tarde cuando ya te fuiste y estoy solo con mi pluma. Pero, una

pluma es una pluma;

puede que sea un arma, pero nunca será un espejo de Praga.

Pablo Mercado.

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