sábado, 17 de agosto de 2013

El diagnóstico y la terapeuta

El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas.  A los enfermos, cualquiera nos reconoce.
Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago.
Se puede provocar, pero no se puede impedir.
No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada.
El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas.
No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.
(Eduardo Galeano)

jueves, 15 de agosto de 2013

Soneto del amor desesperado



Mátame, espléndido y sombrío amor,
si ves perderse en mi alma la esperanza;
si el grito de dolor en mí se cansa
como muere en mis manos esta flor.

En el abismo de mi corazón
hallaste espacio digno de tu anhelo,
en vano me alejaste de tu cielo
dejando en llamas mi desolación.

Contempla la miseria, la riqueza
de quien conoce toda tu alegría.
Contempla mi narcótica tristeza.

¡Oh tú, que me entregaste la armonía!
Desesperando creo en tu promesa.
Amor, contémplame, en tus brazos, presa.
(Silvina Ocampo)

Única sabiduría

Lo único que sabemos
es lo que nos sorprende:
que todo pasa, como
si no hubiera pasado.
(Silvina Ocampo)